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Aunque la mentira
es un hecho reprobable moralmente, la realidad es que forma parte de
nuestro aprendizaje, desde que el ser humano pudo esbozar sus primeras
palabras y formó los primeras “manadas” con sus congéneres. La mentira
no es única en el humano, pues forma parte de cualquier socialización
en el reino animal, pero si es el mamífero que más perfección y
complejidad brinda, a la hora de mentir. Pero, ¿cuándo podemos decir que una mentira es necesaria, cuando se convierte en una mala costumbre recurrente o cuando es un impulso imposible de controlar? En Mitomanía: ¿Qué es?, veremos cuál es la diferencia entre la mentira que todos podemos decir y la conducta de una persona mitómana, develando las generalidades de esta enfermedad psicológica.
La mentira es un acto que denota inteligencia, por muy reprobable que esta sea moralmente. Y es que si nos ponemos a pensar, la mentira significa decir algo que nunca existió, que no fue, ni es realidad, por ende, al mentir
no estamos simplemente relatando una historia, sino que la inventamos
de la nada. Esto requiere no solo una habilidad imaginativa, sino que
además requiere, un amplio conocimiento de lo que la otra persona puede o
no considerar verdad.
Así
pues, no es de extrañarse que los mayores estafadores de la historia,
fueran además personas muy inteligentes. Se requiere de una persona muy
brillante, para ser el mejor mentiroso. Con el fin de develar los secretos de la mitomanía, es necesario empezar por lo más básico. ¿Qué es la mentira?
De acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, mentira
es el acto de decir o manifestar lo contrario a lo que se sabe, cree o
piensa. También es el acto de fingir o aparentar algo, y llega hasta la
acepción de falsificar algo.
Aunque esta es una definición bastante simple y concreta, encierra lo que es la mentira.
El que miente oculta la realidad y con el fin de convencer a los otros,
de que lo que dice es verdad, es capaz de tergiversar la misma, o
inclusive crear una totalmente distinta y a partir de la nada. Sin
embargo, para que algo sea mentira, debe cumplir un parámetro
importante, y es que esta se diga con el objetivo de engañar a otras
personas, es decir, apartar su mente y su razón de lo que es real.
Esta es la principal diferencia entre un mentiroso
y un escritor de ficción. Ningún escritor de ciencia ficción, espera
que las personas crean que todo lo que el escribe es verdad, puesto que
entiende que las personas que le leen, desde un primer inicio saben que
lo escrito ahí no es realidad. El mentiroso por el contrario, tiene toda la intención de que las personas crean lo que él dice. Así pues, parte importante de una mentira es la intención con la cual se dice.
¿Pero por que el ser humano miente? Imagine que usted conoce a una persona, que es incapaz de decir mentiras,
de ningún tipo y bajo ninguna circunstancia. Pronto encontraríamos, que
es una persona desagradable para la mayoría de las personas que se
acercan a él, porque cuando alguien le pregunte si se mira gordo, él le
responderá que sí, aunque esta persona no estuviera buscando una
evaluación objetiva, sino una expresión de apoyo y empatía- es decir, la
otra persona realmente buscaba que le dijera que no-. Y como este
ejemplo, existen muchos, en donde la mentira cumple un objetivo social y
que no es reprobable moralmente.
La mentira
posee una función psicológica, al intentar proteger nuestras
estructuras psíquicas y, en algunos casos, hasta el físico, de la
actuación de los demás, buscando manipular los hechos a un punto donde
ya no estemos en peligro. Pero también tiene una función social, al
intentar propiciar un ambiente agradable, y que evite conflictos con
otras personas. Ir diciendo la verdad a diestra y siniestra, podría
crear incomodidades o herir susceptibilidades, que después se
traducirían en actos agresivos, para quien ha expresado la verdad.
Por
tanto el ser humano aprende desde muy temprano que, suavizar la verdad,
no decirla o simplemente cambiarla, evita conflictos innecesarios con
otros individuos, que después nos podrían ser útiles, con los cuales
después tendremos que negociar o que forman parte de nuestro circulo
interno, objeto de afecto. Así pues, aprendemos que la mentira es parte fundamental de la vida social, y también para la propia supervivencia en este mismo ambiente.
Existen muchos tipos de mentiras, algunas menos reprobables moralmente que otras. San Agustín de Hipona propone en su obra Contra mendacium, 8 tipos de mentiras, clasificadas según las consecuencias que conlleva y su intencionalidad:
- Las mentiras en la enseñanza religiosa.
- Las mentiras que hacen daño y no ayudan a nadie.
- Las que hacen daño y sí ayudan a alguien.
- Las mentiras que surgen por el mero placer de mentir.
- Las mentiras dichas para complacer a los demás en un discurso.
- Las mentiras que no hacen daño y ayudan a alguien.
- Las mentiras que no hacen daño y pueden salvar la vida de alguien.
- Las mentiras que no hacen daño y protegen la "pureza" de alguien.
El entiende que existen mentiras
“necesarias”, para salvaguardar a otros o a uno mismo, por ende son
menos reprensibles moralmente. Pero también reconoce, aquellas mentiras
que son moralmente reprensibles, primordialmente, por que su único fin,
es engañar por propósitos egoístas y que pueden dañar la integridad
física o moral de terceras personas.
Pero, ¿en cuál de todas estas calificaciones de mentiras y mentirosos se encuentran los mitómanos? Para poder responder a esta pregunta primero debemos entender de forma básica que es la mitomanía.
La mitomanía, es un trastorno de la conducta en la cual, el individuo se ve impulsado de forma obsesiva, a mentir
constante e intencionalmente. En muchos de estos casos, los relatos que
están personas revelan son fácilmente refutables o al menos poco
probables.
Otras características de esta patología son:
- Los relatos contados por estas personas, no son del todo improbables. De hecho, puede que en algunas partes, existan indicios de hechos reales, sin embargo son mínimos.
- Tampoco son historias delirantes o que parezcan producto de una alucinación. Es más si se le sabe inquirir, la persona aceptará, a regañadientes, que la historia no es real, lo cual no sería el caso en un episodio psicótico o alucinatorio.
- A diferencia del resto de las personas, los mitómanos no mienten presionados por una situación específica del momento, por presión social, encontrarse en un escenario adverso, por proteger su integridad o la de los demás, es más bien un rasgo de personalidad. Es decir, la tendencia de mentir es constante a través del tiempo, sin ser influenciada por situaciones vitales.
- Las mentiras que profieren estas personas, no le conllevan ningún beneficio personal, de hecho, en muchos casos, son increíblemente triviales, además de transparentes
- Las narraciones contadas por las personas que padecen esta patología, siempre tienden a presentar al mismo, de una forma providencial, ya sea porque este dotado de virtudes morales sacrificadas, aptitudes intelectuales o físicas sobresaliente o capacidades sociales inmejorables.
- En algunos casos de mitomanía, se llegan a crear falsos recuerdos, que la persona con esta patología, de hecho, llega a creer que son reales, cuando en realidad son solo elucubraciones fantasiosas, producto de su mente.
- El acto de mentir le es muy natural, pero también es impulsiva, y es probable que la mayor parte del tiempo, sea incapaz de dejar de hacerlo.
En muchos casos la mitomanía
no se presenta como una patología única. Se presenta en aquellos
trastornos de personalidad, en los cuales se dificulta la interacción
social y existen problemas de adaptación a la realidad. También puede
reconocerse la mitomanía en los trastornos ficticios, en donde la
persona inventa deliberada y conscientemente alguna afección o cuadro
médico, sin tener ningún síntoma físico; o sea simula la enfermedad.
La razón o el origen de la mitomanía
en una persona, se puede obtener a través de la historia clínica-si es
que se logra obtener con datos verdaderos-. En estos casos encontramos,
que son personas con una baja autoestima y cuyo trabajo de
autorreconocimiento ha sido deficiente. Estas personas son incapaces de
ver las verdaderas cualidades que ellas pueden poseer, o de darse cuenta
de los recursos que pueden hacer uso, ante las distintas situaciones de
la vida. Por ende, se inventan a sí mismos, de una forma que ellos
creen que los harán sobresalir.
Al final, la mitomanía viene a ser, al igual que la mentira,
un mecanismo de defensa, únicamente que ha sido exagerado, trastornado y
llevado a puntos patológicos, con el fin de sentirse más seguros ante
su perenne sensación de carencia e impotencia, ante el mundo que los
rodea.
Estas
personas, de no ser tratadas adecuadamente, terminan rompiendo toda
relación con aquellos individuos que han formado parte de su vida, pues
como a la mayoría de los mentirosos, se les trivializa y deja a
un lado, por no poderse confiar en ellos. Al ser personas con baja
autoestima e incapaces de reconocer sus verdaderas habilidades,
usualmente llegan a tener solo amistades superficiales-si es que las
llegan a tener-, que no llenan la carencia de afecto que pueden llegar a
presentar.
Conclusión:
En Mitomanía: ¿Qué es?, te hemos presentado las principales características de esta afección, así como la diferencia entre las mentiras de una persona sana y una persona con mitomanía. La mitomanía es una afección psicológica curable a través de la terapia psicológica.