Soñaba -de pequeña-
que un príncipe
me rescataba
de esa cárcel
que era
la vida en la infancia;
donde casi todo
lo que parecía
diversión y libertad
era patrimonio
de "los grandes".
"Yo no tengo amores pasajeros"
me dije, entre sueños.
Dos veces en mi vida
alguien lo interpretó.
La curiosidad,
la transgresión,
la precocidad,
la desesperación.
Esencias que rubricaron el encuentro.
Otro mundo, vislumbrado
en la adolescencia.
Passolini -Teorema-
Barjavel y sus Caminos a Katmandú.
Bécquer y las Rimas.
Esculturas, grabados,
Renacimiento, Barroco.
Chopin, Beethoven.
Van Gogh - Gaughin.
Baudelaire - Rabelais.
El Mayo Francés.
El hippismo. El Rock.
La Protesta. La Revolución.
Woodstock. Bob Dylan. Pink Floyd.
(Por nombrar sólo algunos recuerdos)
Heterogeneidad de formación
é información,
alimentaba esa búsqueda,
ansiosa;
la necesidad desesperada
de descubrir una
realidad diferente,
una identidad posible,
dentro de mi propio
universo exótico.
Rara avis
quebradora de normas.
Quince años.
En la evolución
del tiempo
llega gente cultivada,
bibliotecas humanas parlantes,
varios años mayores.
Impregnan nuevos
elementos,
huellas imperdibles.
Los 80 me envolvieron
en el halo romántico
y definitivo del
existencialismo.
Intelectuales, poetas,
escritores (del 50)
imprimieron mis deseos,
con treinta años
de anticipación.
Sartre - Beauvoir,
el modelo añorado.
Henry Miller y Anaïs Nin,
recreados en el vínculo
epistolar,
con un afecto por allá...
Héctor en Brasil,
Jorge, en Ibiza,
Hoy, con Gabriel,
en el sur.
Todos ellos artistas.
Under.
Y yo también.
Los amores,
los odios,
las pasiones,
todo reverberando
en mi universo escueto
de concretos,
poblado de abstractos,
nutrido de fantasías
que pugnan por ser...
realizadas.
La salvación individual
yo la planteo
multiplicada con otro
yo.
Con un otro que suponga
el mismo camino.
El mundo se destruye.
Escepticismo
generalizado.
Hace estragos de mí.
Sólo nos queda
inventar la
salvación.
Recrear algunos
personajes,
Algunas enseñanzas.
Salvarnos allí
donde sea
un placer para el alma
y los ojos
respirar ese aire,
esa intimidad,
ese verde ó
ese mar,
esa naturaleza con
ese natural ser,
vivir siendo naturales.
Los libros,
la música,
la compañía,
la actividad
elegida.
Algunos viajes,
descubrir tesoros,
conservar reliquias,
escribir trascendiendo,
gestar un hijo
en esa vida natural.
Naturalmente
emparentarlo
con la tierra,
y el ciclo de la vida
volverá a empezar.
viernes, 12 de septiembre de 2014
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