Sin señal de adiós
Qué dulce modo tenés de no estar,
quédate así cuando te vas,
como un aroma de sol en la piel
mucho verano después
Qué melancólico modo tenés
de acompañar aunque no estés.
Tiembla en el aire del atardecer
verte por última vez.
Tanta vida mía
desvivir no sé.
A la lejanía
me acostumbraré
pero va por dentro la procesión
sin señal de adiós.
Qué dulce modo de permanecer,
cómo me das rumbo y ayer.
Hago de tanto trabajo de amor
lágrimas y resplandor.
Honda manera tenés de callar,
cántame así cuando te vas,
dejándome misterioso rumor
de manantial interior.
María Elena Walsh
viernes, 10 de enero de 2014
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