miércoles, 31 de julio de 2013
lunes, 29 de julio de 2013
Recordé una conversación con similares dudas....
Le temo al después:
Le temo al después de tus besos porque se van tus labios,
le temo al después de tus ojos porque dejan de verme,
le temo al después de tus pasos po que se alejan,
le temo al después de tu desnudez que se convierte en vestidura,
al después de tu llegada porque después te vas;
le temo al pasado mañana que te desplaza al pasado,
le temo al después de dolerme porque sería olvidarte,
le temo al después del somos que se convierte en fuimos,
al después del aquí estoy que se convierte en un ¿dónde estás?
le temo al después de tenerte porque sigue perderte;
pero hay un después que adoro,
y es el después de tu ausencia porque te convierte en presencia.
(Tony Hr)
Vidas grises Por Ana María Fernández *
Hay “una modalidad existencial cada vez más frecuente: la de las ‘vidas
grises’: hombres y mujeres jóvenes que están, más que deprimidos,
abatidos y, sobre todo –sostiene la autora–, sin disposición a afrontar
‘lo intenso’: la construcción de la propia experiencia es reemplazada
por ‘hacer lo que se estila’”. Y, si no hay más remedio que afrontar lo
intenso, pueden “desbordarse en crisis de angustia”.
Por los relatos que traen de su vida cotidiana –en lo laboral, en lo sentimental, en lo familiar, en la relación con los amigos– parecería que no tienen el hábito de expresar sus opiniones. No siempre queda claro si estratégicamente eligen no decir lo que piensan o si no saben qué pensar. Sus disidencias se ponen de manifiesto en estados afectivos que expresan en la consulta, como enojos y resentimientos personales, más que en diferencias de criterio u opinión.
Pueden traer diagnósticos médicos de estrés, agotamiento, ansiedad, depresión; pueden llegar a la consulta por derivación médica. Pero, en la mayoría de los casos, el motivo de consulta no es nada de lo hasta aquí señalado: concurren cuando alguna situación existencial los sobrepasa: fallecimiento de un ser querido, divorcios o problemas de pareja, rápido crecimiento laboral con responsabilidades que temen no poder cumplir, dificultades en la crianza de los hijos, limitaciones para resolver cuestiones prácticas de la vida doméstica.
Cuando se les pregunta si están deprimidos o tristes, suelen sorprenderse por esta distinción. Da la impresión de que hubieran hecho sinónimos tristeza y depresión. Es importante que quien recibe la consulta no piense o actúe en espejo, naturalizando esa sinonimia. Tampoco se debe descartar la posibilidad de una depresión. Pero, si bien la mayoría de las depresiones suelen cursar tristezas, no todas las tristezas forman parte de una depresión. Es importante estar advertidos, ya que la medicalización de la tristeza puede formar parte de las múltiples estrategias de las ortopedias sociales que los dispositivos biopolíticos médicopsicológicos suelen implementar.
Estas modalidades existenciales parecen ser más frecuentes en jóvenes de ambos sexos –tanto “heterosexuales” como “homosexuales”– que organizan su vida amorosa en relaciones con algún estilo de conyugalidad o convivencia. Parecen no presentarse tan a menudo en jóvenes cuyos encuentros y vínculos sentimentales o eróticos se establecen desde estilos menos estructurados.
En un dispositivo psicoanalítico en situación de grupo, donde habitualmente trabajo con abordajes psicodramáticos, integrantes de diferentes generaciones desarrollaban un ejercicio en el que hacían de animales en una selva: los más jóvenes componían sus animales muy estéticamente, también marcaban territorio, pero no interactuaban. Quien sí lo hacía era una integrante de aproximadamente 50 años, que buscaba jugar con otros; intentaba movimientos de cooperación, pelea, apareamiento. Y los demás la veían con extrañeza o molestia. “Demasiado intensa”, dijeron. Tal vez se estaban poniendo en acto dos modalidades (¿generacionales?) diferentes en la configuración y estilos del lazo social.
En otro ejercicio psicodramático, cada uno debía pelear por ingresar a un círculo mientras los demás ofrecían resistencia. Una de las participantes, que habitualmente se presentaba más bien apagada, en este caso peleó con mucha energía por su lugar y, al terminar la dramatización, expresó un entusiasmo que nunca le habíamos visto. Fue quizá la experiencia física del júbilo: los cuerpos en contacto, en interacción, jugando, peleando, tratando de ganar, vitalizaron y encendieron a la participante habitualmente apática, ¿gris?
En una sesión de trabajo psicodramático en una maestría en la UBA, un alumno del interior habló del aislamiento que sufría en la institución. Propuso una escena donde, en el hall de la facultad, todos pasaban sin mirarlo. Cuando llega la ronda de comentarios, otros participantes le señalaron: “Intentábamos mirarte, pero vos pasabas como mirando la pantalla de la computadora”. Interesante situación, cuyo argumento implícito podría ser: “Me parece que nadie me mira, pero no tengo registro de que yo no miro a nadie”; o bien, “como nadie me va a mirar, mejor no miro a nadie”. Esta distinción generó en él, y también en otros participantes, conexiones con diversas situaciones propias; se manifestaron variadas tonalidades emocionales y la mayoría expresó la necesidad de hablar de sus aislamientos.
Como puede advertirse en los ejemplos, no se trata de inaugurar nuevas entidades clínicas; en todo caso, las características subjetivas de las que se trata conllevan particulares estilos de sufrimiento o malestar. Por eso prefiero hablar de modalidades existenciales, estilos de vida, compatibles con distintas estructuras clínicas. Y es posible hacer algunas inferencias, provisorias. Tal vez estemos en presencia de un modo de subjetivación de estos tiempos: esas vidas grises se desarrollan sin haber tenido que enfrentar demasiadas adversidades materiales; lo valorado es la vida en armonía, la ausencia de conflicto o confrontación. En general, como hijos fueron cuidados, sin marcadas carencias materiales ni afectivas; parecerían no haber necesitado ejercer la rebeldía adolescente: pero pueden quedar fácilmente sobrepasados aun por las contingencias cotidianas de la vida. Como si estuvieran preparados para responder dentro de lo que se espera de ellos, pero no para enfrentar obstáculos ni, mucho menos, la dura lucha por la vida.
Estas modalidades existenciales despliegan un tipo particular de estilística de la existencia (en los términos en que lo plantea Michel Foucault en Historia de la sexualidad): su estilo es hacer lo que se espera, vivir en lo que es, vivir con lo dado –que en lo económico y lo cultural puede no ser poco–. Como si la construcción de las propias experiencias, la transformación o innovación en las propias condiciones de existencia no fuese algo anhelado o valorado. “Nunca me hice la rata”, dice un analizante, sin nostalgia ni orgullo. Nunca se le ocurrió. Es lo que es.
Una treintañera, al expresar sus dudas respecto de tener hijos, argumentaba estar muy en desacuerdo con la forma como sus amigas y amigos criaban a sus hijos. Decía que llevaban a los niños a todos lados, que no resguardaban espacios exclusivos de la pareja, a diferencia de lo que sí habían hecho sus padres y los amigos de sus padres. Cuando le pregunté por qué ella no podría criar los suyos según su criterio, respondió: “No, ahora es así”.
Un joven estudiante se reprochaba evitar encontrarse con un amigo muy querido. El amigo pertenecía a una familia atravesada por una historia bastante trágica: “Cuando habla de sus dramas familiares es un bajón. ¡Todo muy denso!”. Es frecuente en los últimos años que futuras madres, con excelentes coberturas médicas, desde las primeras consultas soliciten al obstetra que el parto se planifique por cesárea. Muestran su desinterés por una experiencia “demasiado intensa”.
Parecería que en estos imaginarios juveniles se instituye un rechazo, de orden valorativo y también estético, ante las experiencias cuya intensidad implique fuertes afectaciones emocionales, sentimentales o corporales. En contraposición, lo valorado es aquello que no presente excesos: de alegría, de tristeza, de dolor físico; angustias, situaciones trágicas, etcétera. Lo excesivo sería percibido como inadecuado, antiestético, peligroso, siempre en riesgo de instaurar adicción. En cambio, lo que está bien, lo que hay que lograr es que nada se salga de cauce; tener todo bajo control, tranquilo. Entonces, a la pregunta “¿Cómo estás?”, la respuesta es: “Todo bien, todo tranquilo”. “Tranquilo” significa como lo opuesto a denso, intenso. Y no deja de llamar la atención que el indicador de un bienestar se configure naturalizando su relación con la tranquilidad.
A la vez, parece ausente la idea de tomar desafíos o el anhelo de hacer, construir, experimentar las propias experiencias; como si no supieran o no se animaran a hacer las cosas a su manera, por su cuenta y riesgo. En vez de experimentar, se trataría de hacer lo que se estila, como si el argumento implícito fuera: “Si sigo la norma de lo que es de uso, no me equivocaré ni seré criticado”. En esta suerte de sobreconformidad, o conformidad sobrante o plusconformidad, queda sin despliegue una importante y significativa región del sí mismo, la de la experiencia de sí, que se despliega y consolida cuando se distingue entre las acciones propias y las de los otros. Este no es un tema menor, ya que se trata de procedimientos indispensables en los procesos de singularización.
La dificultad de configurar el campo de experiencias obstaculiza o imposibilita la posibilidad de componer mundo, el propio mundo. No componer mundo es andar por la vida sin brújula. Una opción puede ser colgarse del mundo que otro ha compuesto o circunscribirse disciplinadamente a las obligaciones laborales o domésticas, no salir de las rutinas cotidianas, vivir a través o dentro del mundo de los hijos o achicar la circulación por la vida tanto como sea posible, de modo tal de suponer que así todo estará bajo control. Se trata de evitar imprevistos, conflictos, intensidades, porque no se sabe si se podrá responder. Son los costos de vivir en una existencia que no se ha contribuido a crear.
La experiencia de sí no es algo dado, sino que se produce en el “entre”, entre el sujeto y los otros, y para crearla, es central el valor de lo ilusional. La inquietud por innovar, por apostar a poner lo ilusional en acción, es lo opuesto a vivir con lo dado e implica ponderar o valorar el buscar las acciones con los otros, entrelosotros.
Puede decirse que la tensión entre creación personal y conformidad social está presente y opera en todos nosotros. Pero, en estos modos de subjetivación en plusconformidad, el polo conformidad se ha establecido como predominante. Cuando las configuraciones subjetivas operan bajo la fuerte predominancia de este polo de la tensión, se despliegan malestares y padecimientos bastante característicos.
Las personas en las que se bloquea el ida y vuelta de la tensión conformidadinvención suelen manifestar agotamiento, contracturas musculares a repetición, estrés y diversas expresiones de disconformidad consigo mismas. Suelen evidenciar abatimientos que no se circunscriben sólo a estados de decaimiento corporal, sino que parecerían involucrar la tonalidad de sus existencias: son vidas grises.
En su disposición a responder excesivamente a la demanda, padecen el temor de que no van a poder responder eficientemente a los requerimientos, y la vivencia de que la realidad las sobrepasa o aplasta. En muchos casos presentan dificultades de concentración, inquietud, impaciencia, ansiedad. Los llamados cuadros de estrés pueden poner de manifiesto procesos de subjetivación en los que responder excesivamente a la demanda (las más de las veces, imaginaria o autoconstruida) genera desconexión con las propias necesidades, gustos, anhelos, elecciones.
Cuando contracturas, cefaleas y estrés no alcanzan, ya que hay que afrontar alguna realidad “demasiado intensa”, suelen desbordarse en crisis de ansiedad o angustia. La “crisis de pánico” puede estar a la puerta. En situaciones como duelos o accidentes graves, es tal la dificultad o el temor de conectarse con su dolor psíquico que extreman sus esfuerzos para lograr que su vida cotidiana continúe sin ninguna alteración. Estos maltratos sobre sí mismos son significados por sus protagonistas como méritos personales: “¡Pude seguir con todo lo que tenía que hacer!”.
* Extractado de Jóvenes de vidas grises. Psicoanálisis y biopolíticas, de reciente aparición (Ed. Nueva Visión).
Hay ciertas
modalidades existenciales, cada vez más frecuentes en la consulta, que
podrían llamarse “vidas grises”. Se trata de personas jóvenes y suelen
expresar distintas modalidades de abatimiento, que es importante
distinguir de las depresiones. Hombres o mujeres, muchas veces ya llegan
medicados con antidepresivos o bien dicen estar deprimidos. El tono
vital puede ser tan bajo que parecería tratarse de una depresión. En
general presentan poca vitalidad, no muestran proyectos personales que
los entusiasmen y sus vidas parecen transcurrir sin grandes
convicciones. Expresan aburrimiento, poca seguridad en sus decisiones.
Frecuentemente están cansados, todo les parece mucho esfuerzo. Sus vidas
parecen transcurrir sin demasiadas dificultades, pero no hay relatos de
felicidad. Da la impresión de que hubieran olvidado el juego, la
picardía, la diversión, la seducción. Al menos, no son recursos que
implementen con naturalidad. Tienen poca disposición a integrarse o
interactuar con otros y tratan de evitar las confrontaciones. Dicen
tener muchos amigos, pero evidencian poca práctica de vida social.
Tienen buenas escolaridades. Son eficientes en sus trabajos y pueden
alcanzar buenos puestos laborales. Pueden no tener dificultades
económicas, pero no saben ubicar qué les gusta. Expresan pocos anhelos,
pocos proyectos o falta de ellos. No encuentran nada que los entusiasme.
Parecería que no supieran cómo entretenerse en el ocio. Salen poco y
trabajan o estudian mucho. En algunos casos, ponen de manifiesto cierta
falta de sentido de sus vidas.
Pueden mostrar apego y cariño a sus parejas cuando las tienen, pero
no sabrían decir si están enamorados. En las consultas de parejas
heterosexuales, expresan poco interés sexual o encuentros eróticos muy
espaciados. Sin embargo, esto generalmente no constituye el motivo de
consulta. Si son progenitores en período de crianza, concurren a todos
lados con sus hijos, aun a actividades nocturnas, a espectáculos, a
conferencias. Los abruma no encontrar aprobaciones de sus padres o sus
pares para sus conductas, aun las más intrascendentes. Y sus fórmulas
más frecuentes suelen ser: “Todo bien”, “No sé”, “Todo tranquilo”.Por los relatos que traen de su vida cotidiana –en lo laboral, en lo sentimental, en lo familiar, en la relación con los amigos– parecería que no tienen el hábito de expresar sus opiniones. No siempre queda claro si estratégicamente eligen no decir lo que piensan o si no saben qué pensar. Sus disidencias se ponen de manifiesto en estados afectivos que expresan en la consulta, como enojos y resentimientos personales, más que en diferencias de criterio u opinión.
Pueden traer diagnósticos médicos de estrés, agotamiento, ansiedad, depresión; pueden llegar a la consulta por derivación médica. Pero, en la mayoría de los casos, el motivo de consulta no es nada de lo hasta aquí señalado: concurren cuando alguna situación existencial los sobrepasa: fallecimiento de un ser querido, divorcios o problemas de pareja, rápido crecimiento laboral con responsabilidades que temen no poder cumplir, dificultades en la crianza de los hijos, limitaciones para resolver cuestiones prácticas de la vida doméstica.
Cuando se les pregunta si están deprimidos o tristes, suelen sorprenderse por esta distinción. Da la impresión de que hubieran hecho sinónimos tristeza y depresión. Es importante que quien recibe la consulta no piense o actúe en espejo, naturalizando esa sinonimia. Tampoco se debe descartar la posibilidad de una depresión. Pero, si bien la mayoría de las depresiones suelen cursar tristezas, no todas las tristezas forman parte de una depresión. Es importante estar advertidos, ya que la medicalización de la tristeza puede formar parte de las múltiples estrategias de las ortopedias sociales que los dispositivos biopolíticos médicopsicológicos suelen implementar.
Estas modalidades existenciales parecen ser más frecuentes en jóvenes de ambos sexos –tanto “heterosexuales” como “homosexuales”– que organizan su vida amorosa en relaciones con algún estilo de conyugalidad o convivencia. Parecen no presentarse tan a menudo en jóvenes cuyos encuentros y vínculos sentimentales o eróticos se establecen desde estilos menos estructurados.
En un dispositivo psicoanalítico en situación de grupo, donde habitualmente trabajo con abordajes psicodramáticos, integrantes de diferentes generaciones desarrollaban un ejercicio en el que hacían de animales en una selva: los más jóvenes componían sus animales muy estéticamente, también marcaban territorio, pero no interactuaban. Quien sí lo hacía era una integrante de aproximadamente 50 años, que buscaba jugar con otros; intentaba movimientos de cooperación, pelea, apareamiento. Y los demás la veían con extrañeza o molestia. “Demasiado intensa”, dijeron. Tal vez se estaban poniendo en acto dos modalidades (¿generacionales?) diferentes en la configuración y estilos del lazo social.
En otro ejercicio psicodramático, cada uno debía pelear por ingresar a un círculo mientras los demás ofrecían resistencia. Una de las participantes, que habitualmente se presentaba más bien apagada, en este caso peleó con mucha energía por su lugar y, al terminar la dramatización, expresó un entusiasmo que nunca le habíamos visto. Fue quizá la experiencia física del júbilo: los cuerpos en contacto, en interacción, jugando, peleando, tratando de ganar, vitalizaron y encendieron a la participante habitualmente apática, ¿gris?
En una sesión de trabajo psicodramático en una maestría en la UBA, un alumno del interior habló del aislamiento que sufría en la institución. Propuso una escena donde, en el hall de la facultad, todos pasaban sin mirarlo. Cuando llega la ronda de comentarios, otros participantes le señalaron: “Intentábamos mirarte, pero vos pasabas como mirando la pantalla de la computadora”. Interesante situación, cuyo argumento implícito podría ser: “Me parece que nadie me mira, pero no tengo registro de que yo no miro a nadie”; o bien, “como nadie me va a mirar, mejor no miro a nadie”. Esta distinción generó en él, y también en otros participantes, conexiones con diversas situaciones propias; se manifestaron variadas tonalidades emocionales y la mayoría expresó la necesidad de hablar de sus aislamientos.
Como puede advertirse en los ejemplos, no se trata de inaugurar nuevas entidades clínicas; en todo caso, las características subjetivas de las que se trata conllevan particulares estilos de sufrimiento o malestar. Por eso prefiero hablar de modalidades existenciales, estilos de vida, compatibles con distintas estructuras clínicas. Y es posible hacer algunas inferencias, provisorias. Tal vez estemos en presencia de un modo de subjetivación de estos tiempos: esas vidas grises se desarrollan sin haber tenido que enfrentar demasiadas adversidades materiales; lo valorado es la vida en armonía, la ausencia de conflicto o confrontación. En general, como hijos fueron cuidados, sin marcadas carencias materiales ni afectivas; parecerían no haber necesitado ejercer la rebeldía adolescente: pero pueden quedar fácilmente sobrepasados aun por las contingencias cotidianas de la vida. Como si estuvieran preparados para responder dentro de lo que se espera de ellos, pero no para enfrentar obstáculos ni, mucho menos, la dura lucha por la vida.
Estas modalidades existenciales despliegan un tipo particular de estilística de la existencia (en los términos en que lo plantea Michel Foucault en Historia de la sexualidad): su estilo es hacer lo que se espera, vivir en lo que es, vivir con lo dado –que en lo económico y lo cultural puede no ser poco–. Como si la construcción de las propias experiencias, la transformación o innovación en las propias condiciones de existencia no fuese algo anhelado o valorado. “Nunca me hice la rata”, dice un analizante, sin nostalgia ni orgullo. Nunca se le ocurrió. Es lo que es.
Una treintañera, al expresar sus dudas respecto de tener hijos, argumentaba estar muy en desacuerdo con la forma como sus amigas y amigos criaban a sus hijos. Decía que llevaban a los niños a todos lados, que no resguardaban espacios exclusivos de la pareja, a diferencia de lo que sí habían hecho sus padres y los amigos de sus padres. Cuando le pregunté por qué ella no podría criar los suyos según su criterio, respondió: “No, ahora es así”.
Un joven estudiante se reprochaba evitar encontrarse con un amigo muy querido. El amigo pertenecía a una familia atravesada por una historia bastante trágica: “Cuando habla de sus dramas familiares es un bajón. ¡Todo muy denso!”. Es frecuente en los últimos años que futuras madres, con excelentes coberturas médicas, desde las primeras consultas soliciten al obstetra que el parto se planifique por cesárea. Muestran su desinterés por una experiencia “demasiado intensa”.
Parecería que en estos imaginarios juveniles se instituye un rechazo, de orden valorativo y también estético, ante las experiencias cuya intensidad implique fuertes afectaciones emocionales, sentimentales o corporales. En contraposición, lo valorado es aquello que no presente excesos: de alegría, de tristeza, de dolor físico; angustias, situaciones trágicas, etcétera. Lo excesivo sería percibido como inadecuado, antiestético, peligroso, siempre en riesgo de instaurar adicción. En cambio, lo que está bien, lo que hay que lograr es que nada se salga de cauce; tener todo bajo control, tranquilo. Entonces, a la pregunta “¿Cómo estás?”, la respuesta es: “Todo bien, todo tranquilo”. “Tranquilo” significa como lo opuesto a denso, intenso. Y no deja de llamar la atención que el indicador de un bienestar se configure naturalizando su relación con la tranquilidad.
A la vez, parece ausente la idea de tomar desafíos o el anhelo de hacer, construir, experimentar las propias experiencias; como si no supieran o no se animaran a hacer las cosas a su manera, por su cuenta y riesgo. En vez de experimentar, se trataría de hacer lo que se estila, como si el argumento implícito fuera: “Si sigo la norma de lo que es de uso, no me equivocaré ni seré criticado”. En esta suerte de sobreconformidad, o conformidad sobrante o plusconformidad, queda sin despliegue una importante y significativa región del sí mismo, la de la experiencia de sí, que se despliega y consolida cuando se distingue entre las acciones propias y las de los otros. Este no es un tema menor, ya que se trata de procedimientos indispensables en los procesos de singularización.
La dificultad de configurar el campo de experiencias obstaculiza o imposibilita la posibilidad de componer mundo, el propio mundo. No componer mundo es andar por la vida sin brújula. Una opción puede ser colgarse del mundo que otro ha compuesto o circunscribirse disciplinadamente a las obligaciones laborales o domésticas, no salir de las rutinas cotidianas, vivir a través o dentro del mundo de los hijos o achicar la circulación por la vida tanto como sea posible, de modo tal de suponer que así todo estará bajo control. Se trata de evitar imprevistos, conflictos, intensidades, porque no se sabe si se podrá responder. Son los costos de vivir en una existencia que no se ha contribuido a crear.
La experiencia de sí no es algo dado, sino que se produce en el “entre”, entre el sujeto y los otros, y para crearla, es central el valor de lo ilusional. La inquietud por innovar, por apostar a poner lo ilusional en acción, es lo opuesto a vivir con lo dado e implica ponderar o valorar el buscar las acciones con los otros, entrelosotros.
Puede decirse que la tensión entre creación personal y conformidad social está presente y opera en todos nosotros. Pero, en estos modos de subjetivación en plusconformidad, el polo conformidad se ha establecido como predominante. Cuando las configuraciones subjetivas operan bajo la fuerte predominancia de este polo de la tensión, se despliegan malestares y padecimientos bastante característicos.
Las personas en las que se bloquea el ida y vuelta de la tensión conformidadinvención suelen manifestar agotamiento, contracturas musculares a repetición, estrés y diversas expresiones de disconformidad consigo mismas. Suelen evidenciar abatimientos que no se circunscriben sólo a estados de decaimiento corporal, sino que parecerían involucrar la tonalidad de sus existencias: son vidas grises.
En su disposición a responder excesivamente a la demanda, padecen el temor de que no van a poder responder eficientemente a los requerimientos, y la vivencia de que la realidad las sobrepasa o aplasta. En muchos casos presentan dificultades de concentración, inquietud, impaciencia, ansiedad. Los llamados cuadros de estrés pueden poner de manifiesto procesos de subjetivación en los que responder excesivamente a la demanda (las más de las veces, imaginaria o autoconstruida) genera desconexión con las propias necesidades, gustos, anhelos, elecciones.
Cuando contracturas, cefaleas y estrés no alcanzan, ya que hay que afrontar alguna realidad “demasiado intensa”, suelen desbordarse en crisis de ansiedad o angustia. La “crisis de pánico” puede estar a la puerta. En situaciones como duelos o accidentes graves, es tal la dificultad o el temor de conectarse con su dolor psíquico que extreman sus esfuerzos para lograr que su vida cotidiana continúe sin ninguna alteración. Estos maltratos sobre sí mismos son significados por sus protagonistas como méritos personales: “¡Pude seguir con todo lo que tenía que hacer!”.
* Extractado de Jóvenes de vidas grises. Psicoanálisis y biopolíticas, de reciente aparición (Ed. Nueva Visión).
“Padre desnudo excitado” Por Pascal Quignard *
El malestar
en la cultura, de Freud, data de 1930. “¿Por qué la guerra?” data de
1933. El psicoanálisis no aporta ninguna solución al desorden del mundo
porque no hay solución para el desorden del mundo. Guerra sin fin. La
escena primitiva que constituye el núcleo de la doctrina es el padre
desnudo excitado y la madre desnuda penetrada por él y gimiendo bajo sus
embates. El núcleo presenta entonces tres caras: la escena primitiva,
el Edipo, la pulsión sexual de muerte.
Pero es la misma cara. Las tres hacen una. El hijo mata al padre que
lo engendra. Eros encadena aquello que Thánatos desencadena en el
interior de Eros. La pulsión sexual de muerte no define nada más que el
sadismo. El mundo interno está tan en guerra como el mundo externo puede
estarlo ante nuestros ojos.- - -
A los cincuenta años, Sigismond Freud se puso a escribir cuentos. Un día los hermanos se reunieron. Se dijeron:
–¿Por qué no matamos a nuestro padre?
Entonces lo mataron. Se lo comieron. Lo encontraron bueno. Chuparon todos los huesos. Succionaron piadosamente los sesos. El tiempo pasó, la saciedad pasó.
Curiosamente, sus maxilares les parecieron adoloridos. El “re-mordimiento” los afectó en la parte baja del rostro, de manera muy misteriosa, casi allí donde yacen, se hunden y se muestran los dientes que muerden a los Padres.
- - -
Tras haber dejado sus monumentos, después de haber practicado la ascesis solitaria, el místico finalmente se abisma en un mundo de fe puramente interior y cuya infinitud ya no está sometida a nada.
Ese mundo no es más que un agujero negro, interno y negro, negro como una cueva de montaña, asocial, prelingüístico, extático, secreto como su origen, como la pobre fuente de la natalidad.
Aquel que cae en éxtasis, aquel que lee, aquel que pierde, aquel que ama –el verdadero amor es una relación íntima directa, también asocial, también un agujero negro, desentendido del siglo y de la mirada de los otros hombres, incluso del amado–.
Es la frase de Agustín: dios es más íntimo en mí que yo. Entonces la parte divina corresponde a la parte asocial.
* Fragmentos de Los desarzonados, que distribuye en estos días ed. El Cuenco de Plata.
“Ten una aventura” Por Sergio Zabalza *
Dicen
algunos que la fidelidad estaría perdiendo su sitial de privilegio entre
los requisitos que sustentan una relación de pareja. Sin embargo,
existen sitios en Internet cuya condición de funcionamiento es la
fidelidad. “Ten una aventura”, proponen algunos websites: ofrecen
contactos entre personas ya comprometidas, cuya demanda consiste en la
garantía de que un encuentro no arrastrará derivaciones impredecibles.
Entonces, lejos estamos del acceso a la madurez que supondría cierta
relativización de los celos. Porque más que propiciar aventuras, estos
dispositivos parecieran asemejarse a prácticas de control. Lo cierto es
que este siglo encuentra a las personas mucho más vulnerables ante
cualquier sospecha que insinúe la pérdida de exclusividad. Desilusiones y
escándalos se desatan a partir de la información que circula en las
redes sociales. Una simple foto puede originar disgustos mayúsculos. Y
ni hablar de los mails que “quedan abiertos”: sorprendente modalidad de
confesión inconsciente, muy propia de nuestros días, en que el
ciberespacio filtra información más allá de nuestras intenciones
manifiestas.
¿Qué hay entonces tras esta cauta infidelidad que se auspicia en la
web? ¿No será que, en realidad, padecemos un exceso de satisfacción? El
imaginario que hoy determina las relaciones entre las personas se
acompaña de un muy raro empuje. Aquella frase de Luca Prodan, “No sé lo
que quiero pero lo quiero ya” ilustra las expectativas que prevalecen en
la actual subjetividad. Es que, sea en su versión trágica o feliz, el
amor, desde siempre, se apoya en dos dimensiones: el deseo y la
satisfacción. No hay uno sin la otra. Y sin embargo, ambos transitan por
carriles tan divergentes que rara vez encuentran un cauce común.
Mientras la satisfacción precisa la posesión del objeto, el deseo es
hijo de la carencia. Si la satisfacción es correlativa de la seguridad,
el deseo se alimenta de la contingencia. Si la seducción es compañera
del deseo y la palabra, a la satisfacción le basta el mutismo de la
saciedad. Es que mientras el deseo apuesta a lo nuevo, la satisfacción
es conformista y conservadora.Por eso, celebro cualquier dispositivo que propicie el encuentro entre las personas, sobre todo si éstas albergan algún resquicio para la sorpresa o la contingencia. De lo contrario, la “aventura” de los cautos infieles haría necesaria la creación de un sitio para los que quieren ser infieles a los infieles, y así sucesivamente, en una suerte de infinitización que atestiguaría el carácter imposible de la satisfacción que rechaza el deseo. ¿Qué dosis de vértigo, riesgo o emoción puede haber cuando, desde el vamos, está descartado lo imprevisible del encuentro?
Es aquí donde se produce el espejismo que algunos traducen como superación o desestimación de la fidelidad. El ansia de satisfacción es tan grande que ya no importa con quién estamos. Los síntomas están a la vista: hastío, aburrimiento, vacío, soledad, depresión, impulsiones, angustia e... insatisfacción. Para que algo cobre valor es necesario abrir la vía del deseo. Alguien nos enamora cuando su decir o presencia nos revela una carencia que desconocíamos en nuestro ser. Eso es la herida de amor, sin la cual no hay aventura que se sostenga en el tiempo. El deseo no son nuestros caprichos: hoy esto, mañana aquello. Consentir al deseo supone elegir, y elegir siempre implica perder algo. La única y verdadera fidelidad es con nuestro deseo.
* Psicoanalista. Hospital Alvarez.
sábado, 27 de julio de 2013
CUANDO ME AMÉ DE VERDAD (Charles Chaplin)
Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier circunstancia, yo
estaba en el lugar correcto, en la hora correcta, y en el momento
exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia, y mi
sufrimiento emocional, no es sino una señal de que voy contra mis
propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad
Cuando me
amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a
aceptar todo lo que acontece, y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez
Cuando me amé de verdad, comencé a percibir que es ofensivo tratar de
forzar alguna situación, o persona, sólo para realizar aquello que
deseo, aun sabiendo que no es el momento, o la persona no está
preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese
saludable: personas, situaciones y cualquier cosa que me empujara hacia
abajo. De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio
Cuando me amé de verdad, dejé de temer al tiempo libre y desistí de
hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo
que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero, y a mi propio
ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón, y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad
Cuando me amé de verdad, desistí de quedarme reviviendo el pasado, y
preocupándome por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es
donde la vida acontece.
Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… Plenitud
Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y
decepcionarme. Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón, ella
tiene un gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir
Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta, y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre… Autoestima
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia, y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es… Autenticidad
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a aceptar todo lo que acontece, y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama… Madurez
Cuando me amé de verdad, comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona, sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento, o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas, situaciones y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama… Amor Propio
Cuando me amé de verdad, dejé de temer al tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es… Simplicidad y Sencillez
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón, y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es… Humildad
Cuando me amé de verdad, desistí de quedarme reviviendo el pasado, y preocupándome por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece.
Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… Plenitud
Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón, ella tiene un gran y valioso aliado.
Todo eso es… Saber Vivir
Poesia del viajero / / / Viajero sobre la cola del tiempo - CLAUDIO BAGLIONI -
Miro mis manos
como si los pensamientos se reunieran allí,
como agua de lluvia.
Querría poder beberlos y saciar mi sed.
La idea que la vida pueda ser una mano abierta, dá serenidad.
Pero es una serenidad breve,
que se quebranta en cuanto levanto la mirada sobre esta noche sin fin.
Si me observo reflejado en el vidrio
entiendo que es como cuando me preparaba a partir.
No digo que éste tiempo haya transcurrido en vano.
Respirar el infinito revuelve, roba el corazon y nada es como antes.
Y la maravilla de que los ojos se llenan
dá sensaciones que me devolverán esclavo de una nueva nostalgía.
Una vez más estoy tras una ventana.
No muy diferente del niño que esperó que el techo del mundo
le devolviera su globo.
También yo espero una señal, un sueño, un sonido,
algo que rompa este sueño.
Pero ésta noche está sin techo
y aquel globo no volverá.
Yo quería salir de mi mismo
para saber si es cierto que en todo sitio que vaya
el cielo tiene el mismo color
y donde se siente el mismo dolor del universo.
Lanzo la piedra de estas palabras en el estanque de tus emociones.
Déjalo caer sobre el fondo y sigue las olas.
No sé sobre cual orilla te llevará
Pero espero que cuando vuelvas atrás a mirar el camino.
Sientas que valió la pena.
jueves, 25 de julio de 2013
ALMAZ : tres generaciones de Diamantes.-
Sucesión de imágenes ... mi propia infancia, luego la de mis hijas, y hoy mi nieta entrando en la Adolescencia.
La balanza es un lugar para cazar fantasmas. Una balanza es un otro.
Por eso la histeria le cree al padre y a la balanza, y está
insatisfecha siempre con su peso; la neurosis obsesiva duda de la
balanza, desconfía y al mismo tiempo necesita garantizar al otro, y la
fobia no se sube a la misma, huye previniendo la angustia.
martes, 23 de julio de 2013
Sinatra interpreta a Brecht y Weill. (Mack The Knife - Live 1985 )
Simplemente es un Standard de Jazz y los autores son Berthold Brecht y Kurt Weill. Es de la Ópera de los tres centavos.
Representada en Berlín en 1928, La ópera de tres centavos está inspirada en The Beggar's Opera (La ópera del mendigo), de John Gay, dramaturgo considerado de avanzada para su época, ya que se atrevió, en 1728, a llevar a escena la vida de asesinos, mendigos y prostitutas. La ópera de tres centavos es una parodia de una obra de carácter paródico, ya que la puesta de Gay se mofaba de los tópicos artísticos consagrados. Si dos siglos después de Gay, Brecht y Weill exploran, con desenfado y divertida agresividad, los resquicios del mundo urbano capitalista y sus efectos en los hombres, en esta versión ese atrevimiento llega hasta el presente argentino.
lunes, 22 de julio de 2013
domingo, 21 de julio de 2013
MIS AMIGOS, (Oscar Wilde)
Escojo mis amigos no por la piel u otro arquetipo cualquiera, y sí por
la pupila.Tiene que tener un brillo cuestionador y una tonalidad
inquietante.A mi no me interesan los buenos de espíritu ni los malos de
hábitos.Me quedo con aquellos que hacen de mí un loco y un santo.De
ellos no quiero respuesta, quiero mi opuesto.Que me traigan dudas y
angustias y aguanten lo peor que hay en mí. Para eso, sigo siendo
loco.Los quiero santos, para que no duden de las diferencias y pidan
perdón por las injusticias.Escojo mis amigos por la cara lavada y por el
alma expuesta.No quiero solo el hombro o el regazo, quiero también la
mayor de sus alegrías.Amigo que no ríe con uno, no sabe sufrir con
uno.Mis amigos son todos así: mitad estupidez, mitad seriedad.No quiero
risas previsibles ni llantos piadosos.Quiero amigos serios, de aquellos
que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje, pero luchan para que
la fantasía no desaparezca.No quiero amigos adultos ni aburridos. Los
quiero mitad infancia y otra mitad vejez.Niños, para que no olviden el
valor del viento en el rostro y viejos, para que nunca tengan
prisa.Tengo amigos para saber quién soy yo.Pues viéndolos locos y
santos, bobos y serios, niños y viejos, nunca me olvidaré de que
NORMALIDAD es una ilusión imbécil y estéril.
Gusto compartido, Claudio Uomo Meraviglioso.-
-El amor, los juegos bajo las sábanas...
-Cómo te los montas?
-Como todo el mundo: Armoniosamente, despacito y en cualquier posición.-
-Cómo te los montas?
-Como todo el mundo: Armoniosamente, despacito y en cualquier posición.-
MI AMIGA DEL ALMA.
Marthi de mi alma
Sos la hoja de mi árbol
En el juego de nuestro vínculo, en el encuentro con vos "me alivio de
mi misma"... Esto ha sido siempre, desde OPJ yendo en bicicleta a 43 a
la madrugada, cuando Granada... necesité que me vieras para decirme
quién era o quién devenía en mi lugar, como un espejo en el
cual verme...
Ahora, hoy sé que para encontrarme de nuevo tengo tu mirada.
Te abrazo largo
Su
FELIZ DÍA HOJA DE MI ÁRBOL! 20-7-13
EL ARBOL DE LOS AMIGOS- JORGE LUIS BORGES
"Existen personas en nuestras
vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en
nuestro camino. Algunas recorren todo el camino a nuestro lado, viendo muchas
lunas pasar, mas otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas las
llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un
árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es
nuestro papá y nuestra mamá, nos muestra lo que es la vida. Después vienen los
amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer
como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos
el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no
sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los
denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben
cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.
Y a veces uno de
esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo
enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a
nuestros pies, cosquillitas a nuestro estómago.
También existen aquellos
amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos
acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que
estamos cerca.
Hablando de cerca, no podemos olvidar a los amigos
distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento
sopla siempre aparecen entre hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se
va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en
otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos
deja más felices es darnos cuenta que aquellas que cayeron continúan cerca,
alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de
cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz,
amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... simplemente porque cada
persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva
un poco de nosotros. Habrá los que se llevaron mucho, pero no habrá de los que
no nos dejaran nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y
la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por
causalidad."
EL ARBOL DE LOS AMIGOS- JORGE LUIS BORGES
"Existen personas en nuestras
vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en
nuestro camino. Algunas recorren todo el camino a nuestro lado, viendo muchas
lunas pasar, mas otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas las
llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro papá y nuestra mamá, nos muestra lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.
Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies, cosquillitas a nuestro estómago.
También existen aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.
Hablando de cerca, no podemos olvidar a los amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices es darnos cuenta que aquellas que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevaron mucho, pero no habrá de los que no nos dejaran nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por causalidad."
sábado, 20 de julio de 2013
jueves, 18 de julio de 2013
El Diagnóstico y la Terapéutica .- Eduardo Galeano
El diagnóstico y la terapéutica
El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los
enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás
dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la
ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una
irresistible necesidad de decir estupideces.
El amor se puede
provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al
descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no
se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo
de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al
Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que
pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas
pregonen, en lo mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.
E. Galeano.
miércoles, 17 de julio de 2013
martes, 16 de julio de 2013
La próxima vez, de Sergio Makaroff...
"La próxima vez te aseguro será muy distinto,
todo será diferente la próxima vez.
No pienso entregarme atado de pies y de manos,
nada de ojos vendados la próxima vez.
La próxima vez que me líe seré superfrío,
seré escurridizo, distante y calculador.
Le daré una de cal y otra de arena
para que sepa que nadie se instala en mi corazón.
En casa habrá un solitario cepillo de dientes,
despatarrado en la cama diré "qué placer".
Nada de escenas de celos ni de explicaciones,
nada de yo soy tu hombre y tú mi mujer.
La próxima vez mantendré una distancia prudente,
será un intercambio pactado, placer por placer.
Llevaré a mi corazón con la rienda muy corta,
no sea que se me desboque y se lance a correr.
La próxima vez mostraré un frente ultracompacto,
seré reservado hasta el punto de la instrospección,
lacónico, hermético, dueño de mi silencio...
mejor no darle al enemigo información.
Palabras bonitas, ok, pero con cuentagotas.
Regalos sorpresa... tal vez una lata de atún,
porque no quiero volver a pasar por lo que estoy pasando,
no quiero acabar con el alma al nivel del betún.
La próxima vez...
La próxima vez...
¿Pero a quien, a quien, a quien quiero engañar?
Sé que voy a volver a caer
en la trampa más dulce y mortal,
porque así es mi manera de ser
me voy a volver a enamorar.
La próxima vez...
La próxima vez...
La próxima vez..."
todo será diferente la próxima vez.
No pienso entregarme atado de pies y de manos,
nada de ojos vendados la próxima vez.
La próxima vez que me líe seré superfrío,
seré escurridizo, distante y calculador.
Le daré una de cal y otra de arena
para que sepa que nadie se instala en mi corazón.
En casa habrá un solitario cepillo de dientes,
despatarrado en la cama diré "qué placer".
Nada de escenas de celos ni de explicaciones,
nada de yo soy tu hombre y tú mi mujer.
La próxima vez mantendré una distancia prudente,
será un intercambio pactado, placer por placer.
Llevaré a mi corazón con la rienda muy corta,
no sea que se me desboque y se lance a correr.
La próxima vez mostraré un frente ultracompacto,
seré reservado hasta el punto de la instrospección,
lacónico, hermético, dueño de mi silencio...
mejor no darle al enemigo información.
Palabras bonitas, ok, pero con cuentagotas.
Regalos sorpresa... tal vez una lata de atún,
porque no quiero volver a pasar por lo que estoy pasando,
no quiero acabar con el alma al nivel del betún.
La próxima vez...
La próxima vez...
¿Pero a quien, a quien, a quien quiero engañar?
Sé que voy a volver a caer
en la trampa más dulce y mortal,
porque así es mi manera de ser
me voy a volver a enamorar.
La próxima vez...
La próxima vez...
La próxima vez..."
Amar... según Cortázar....
"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a
una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como
si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte
los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la
eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la
elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a
calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."
Del capítulo 93 de Rayuela
Del capítulo 93 de Rayuela
algo se detuvo....
lunes, 15 de julio de 2013
domingo, 14 de julio de 2013
SE BUSCA UN AMIGO
No precisa ser hombre, basta ser humano, basta tener sentimientos,
basta tener corazón. Precisa saber hablar y callar, sobre todo saber
escuchar. Tiene que gustarle la poesía, la madrugada, el pájaro, el sol,
la luna, el canto, los vientos y las canciones de la brisa. Debe tener
amor, un gran amor por alguien, o si no echar de menos el no tener ese
amor. Debe amar al prójimo y respetar el dolor que los transeúntes
llevan consigo. Debe guardar secreto sin sacrificarse.
No es
preciso que sea de primera mano, ni es imprescindible que sea de segunda
mano. Puede ya haber sido engañado, pues todos los amigos son
engañados. No es preciso que sea puro, ni que sea del todo impuro, pero
no debe ser vulgar. Debe tener un ideal y miedo de perderlo y, en caso
de no ser así, debe sentir el gran vacío que eso deja. Tiene que tener
resonancias humanas, su principal objetivo debe ser el de amigo. Debe
sentir pena por las personas tristes y comprender el inmenso vacío de los solitarios. Debe gustarle los niños y darle pena los que no puedan nacer.
Se busca un amigo que tenga los mismos gustos, que se conmueva, cuando
sea llamado por el amigo. Que sepa conversar de cosas simples, de
rocíos, de grandes lluvias y de recuerdos de la infancia. Se busca un
amigo para no enloquecer, para contar lo que se ha visto de bello y
triste durante el día, de los anhelos y de las realizaciones, de los
sueños y de la realidad. Debe gustarle las calles desiertas, los charcos
de agua y los caminos mojados, el borde de la carretera, el arbusto
después de la lluvia, tumbarse en la hierba.
Se precisa un
amigo que diga que vale la pena vivir, no porque la vida es bella, sino
porque ya se tiene un amigo. Se precisa un amigo para dejar de llorar.
Para no vivir inclinado en el pasado en busca de memorias perdidas. Que
nos golpee en los hombros sonriendo o llorando, pero que nos llame
amigo, para tener la consciencia de que todavía se vive.
Vinicius de Moraes - Brasil
sábado, 13 de julio de 2013
Mejor Dormir
Si vorrebbe non dormire per fare bei sogni a occhi aperti. Ma c'è poco da sognare e alla fine conviene dormire per non pensare.
( No iba a dormir para soñar despierto.-
Pero hay poco para soñar y eventualmente
conviene dormir para no pensar.)
jueves, 11 de julio de 2013
Quiero saber de tu esencia, de tu Ser.... (Oriah soñador de la montaña, Anciano Indio)
No me interesa lo que haces para ganarte la vida. Quiero saber cual es tu dolor, y si te atreves a soñar, que te permites encontrar lo que tu corazón añora.
No me interesa cuantos años tienes. Quiero saber si te arriesgarías a parecer un tonto por amor, por tus sueños o por la aventura de estar vivo.
No me interesan qué planetas hacen la cuadratura de tu luna. Quiero saber si has tocado el centro de tu propio dolor, si las traiciones de la vida te han abierto o si te has encogido y cerrado por el temor a sentir más dolor!
Quiero saber si puedes sentarte con el dolor, mío o tuyo, sin moverte para esconderlo o para resolverlo. Quiero saber si puedes estar con el gozo, tuyo o mío; si puedes danzar salvajemente y dejar que el éxtasis te llene hasta las yemas de los dedos de las manos y de los pies, sin advertirnos que debemos tener cuidado y ser realistas, ni recordarnos las limitaciones de ser humanos.
No me interesa si es verdadera la historia que me cuentas. Quiero saber si puedes desilusionar a otra persona para ser auténtico contigo mismo; si puedes soportar la acusación de ser un traidor y no traicionar tu alma.
Quiero saber si puedes ser fiel y por lo tanto confiable. Quiero saber si puedes sentir la belleza aún cuando no todos los días son bellos, y si puedes encontrar la fuente de tu vida en su presencia.
Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, tuyo o mío, y a pesar de ello pararte a la orilla de un lago y gritar “SI!” al plateado de la luna llena.
No me interesa saber donde vives ni cuanto dinero tienes. Quiero saber si puedes ponerte de pie, después de una noche de dolor y desesperanza, agotado y golpeado hasta los huesos, y hacer lo que hay que hacer por los niños.
No me interesa quién eres, ni cómo llegaste aquí. Quiero saber si permanecerías conmigo en el centro del fuego sin echarte para atrás.
No me interesa donde has estudiado, ni que has estudiado, ni con quién lo has hecho.
Quiero saber que es lo que te sostiene desde adentro cuando todo lo demás falla. Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo y si te agrada verdaderamente la compañía que buscas en los momentos vacíos.
MATRIX Y LA TOMA DE CONCIENCIA
The Matrix y la toma de conciencia.
Resumen: Este
artículo pretende hacer un análisis de la película The Matrix desde un
punto de vista terapéutico. Como en la película, toda terapia se plantea
con una toma de conciencia de la realidad, desde un despertar hacia un
estado más consciente. Ser conscientes de aquello que nos está
provocando sufrimiento, incluso ser conscientes de ese sufrimiento, nos
permite liberarnos de los aspectos que nos bloquean y detienen hacia una
vida más satisfactoria.
Palabras claves: The Matrix. Toma de conciencia. Despertar. Inconsciencia. Evasión, Autoconocimiento. Desarrollo. Felicidad.
En psicoterapia uno de los aspectos más
importante en el proceso de curación de la persona es la toma de
conciencia de los problemas que generan el mal estar por el que se acude
a consulta. Este estado suele traducirse en ansiedad y/o depresión, dos
síntomas que señalan a la persona que algo en su vida no está yendo
bien, que carece de sentido o de lógica, incluso que le falta algo.
Aunque la persona suele tener cierta idea de qué le ocurre, tardará un
tiempo hasta llegar al momento en el que descubre lo que realmente le
está dañando, cuando sale a la luz el problema. Es en este momento
cuando el paciente toma conciencia de su propia realidad. A partir de
ahí se podrá enfrentar a ella y actuar en consecuencia.
El ser humano, en sus diferentes formas
de conocimiento (la psicología, la filosofía o incluso la religión),
tiene o ha tenido varios conceptos para designar este hecho:
“iluminación”, “compresión” o “insight”, que es el término en inglés
utilizado en psicología para referirse a “la toma de conciencia”. Sea
cual fuera el término utilizado, todos tienen en común el momento en que
la persona es capaz de ser consciente de aquello que le está
impidiendo avanzar en su vida y descubre cómo mejorar en ese proceso de
desarrollo personal. En este instante, la persona “despierta” de su
letargo, de su bloqueo, y comienza a avanzar en una nueva existencia.
THE MATRIX, La película de los hermanos
Wachoski, relata este proceso de toma de conciencia, del “despertar” por
parte de Neo. Nuestro protagonista en la primera parte de la película
descubre aquello que siempre ha intuido, pero de lo que no podía ser
consciente. Viviendo en una existencia que no le satisface, y con las
drogas como único aliciente que le sostienen (fuerte paralelismo con
nuestro mundo actual), va detrás de las señales que le llevan a un
conocimiento de la verdad. Este camino de descubrimiento lo realiza
gracias a Morfeo (al que podemos asemejar con un terapeuta que le ayuda
en el camino del despertar), y gracias a Trinity (que encarna el amor
como fuerza para salir de ese letargo). Para poder comenzar a vivir
realmente, Neo decide tomar la pastilla roja, renunciando al estado de
ensoñación, de ignorancia o negación. La forma de salir de ese letargo
es conocer la verdad, y así se lo muestra Morfeo. Este le revelará que
todo lo que creía hasta ahora, su vida, era un ficción, despertándole a
la realidad.
Lo contrario de “despertar” es estar
dormido, es evadirse, pasar a la inconsciencia, huir mentalmente. Hay
muchas formas de evasión: las drogas que calman la ansiedad de una
existencia absurda, el sexo compulsivo para sentir algo placentero por
unos minutos, la comida como forma de llenar un vacío, la televisión o
el cine como distracción mientras imaginamos otras vidas, la música
utilizada como ruido mental para no pensar, juegos de ordenador que
simulan vidas virtuales,…Son formas de existencias que utilizadas como
evasión alejan nuestra mente de la realidad. La persona llega incluso a
pensar que son una ayuda, pero en realidad nos alejan de nuestra
existencia verdadera, de lo que realmente somos.
A lo largo de nuestra vida puede haber
situaciones, hechos o aspectos que son muy difíciles de asumir. A este
respecto hay dos opciones fundamentales: bien tomar conciencia del
problema y enfrentarnos a él, o bien evadirnos. Así en THE MATRIX,
tenemos al héroe que es Neo, como la representación de esa “toma de
conciencia”, de ese despertar. Por otro lado también tenemos al
antihéroe, aquel que representa la evasión y el autoengaño, la traición
a uno mismo y a la realidad. Es el personaje de Cypher, que querrá
volver a la situación de ensoñación, de evasión, a pesar de que sabe que
no es real. Al final traicionará a sus compañeros a cambio de una
existencia ilusoria e irreal, que le deja dormido y soñando en una
existencia que no es verdadera.
Podemos analizar el argumento de THE
MATRIX, como una lucha con un agente externo que engaña a la persona
para tenerla dormida y explotarla o aprovecharse de ella. Pero también
lo podemos ver como un proceso privado en el que la persona salta de su
propio mundo de ensoñación a un mundo en donde tendrá que “luchar” por
su existencia, responsabilizarse de sí mismo. Como en un proceso
terapéutico, Neo deberá resolver el conflicto consigo mismo para
romper todas las limitaciones que tiene desde esa actitud de evasión y
ensoñación, haciéndose responsable de su propia vida. A este respeto
Gandhi, planteaba que las peores luchas son con uno mismo. Es más fácil
pelearse con el que está en frente (a quien le podemos responsabilizar
de todo aquello que no nos guste de nuestra vida), que comenzar a luchar
con nuestras propias limitaciones.
A lo largo de la historia de la
humanidad ha existido la figura de quien toma conciencia de la realidad y
actúa en consecuencia. Esta figura se ha mostrado como un héroe, un
sabio, como un elegido (que en THE MATRIX será Neo) o incluso un mesías.
Personas vistas como excepcionales que quizá solo hicieron el paso de
tomar conciencia sobre la realidad que les rodeaba. Cada uno eligió
una vía o una forma para llegar a ese punto de conciencia, según la
forma de conocimiento. Podemos ver estas formas de toma de conciencia
según las formas de conocimiento humano:
1) En el conocimiento religioso la toma
de conciencia se realiza por un acto de fe o de creencia en una entidad
superior. Dentro del Cristianismo, el Budismo o el Islamismo, estarían
las figuras “iluminadas” de Jesucristo, Buda o Mahoma respectivamente.
Exactamente, en la religión católica se
es consciente de una nueva realidad porque se llega a una “iluminación” a
partir de la fe. La figura de Jesucristo es la encarnación del hijo de
Dios tomado como “un elegido” entre la humanidad para enseñar la nueva
realidad. Pero para llegar a este momento tiene que realizar el tránsito
a un estado de conciencia. Este tránsito es representado en el rito
bautismal. Cuando llega a la adultez Jesucristo es bautizado por San
Juan Bautista, que como en los personajes de Neo y Morfeo, el mayor
introduce al joven en una nueva realidad, con el símbolo del agua (en
THE MATRIX será la pastilla azul). El agua bautismal simboliza aquel
elemento que hace despertar o que inicia la transición a un nuevo
estado. Este acto de transición Jesús lo realizó en la edad adulta,
siendo consciente de ese proceso y eligiendo en consecuencia. Hoy en día
este ritual católico se realiza cuando la persona nace, aunque en un
primer momento se hacía cuando llegaba a la edad adulta. Ahora la
religión católica prefiere realizarlo cuando el neonato no tiene la
capacidad de decidir ni de responsabilizarse de una decisión tan
importante como adherirse a un sistema de creencias que le guiarán en la
vida.
2) En el área de la filosofía, se ha
querido acercar a la realidad que le rodea al ser humano través de la
intelección, ya sea de forma sensitiva (sensacionalismo) o por la razón
(racionalismo), según la teoría epistemológica defendida. Un ejemplo de
toma de conciencia en este sentido sería el del Mito de la Caverna
relatado por Platón en su libro “La República”. Con este relato Platón
afirma que las personas suelen vivir en un mundo de sombras, el mundo
sensitivo, en el que no se ve directamente la realidad, sino una imagen
distorsionada, permaneciendo ignorante de cuál es la verdad. Solo será a
partir de la razón, que en Platón es encarnado por su maestro
Sócrates, cuando la persona salga de esa visión sesgada para poder
captar la realidad. El paso de esa toma de conciencia en Platón es visto
como una liberación, soltándose de las cadenas que le impiden moverse y
que solo le dejan ver una pared de la cueva en donde se reflejan las
sombras de la verdadera realidad.
3) En psicología, tenemos el modelo de
Freud donde se explica la toma de conciencia a partir de hacer
consciente lo inconsciente cuando se produce la liberación de aquello
que está reprimido. En una cultura basada en la represión y negación de
los deseos, sobre todo sexuales, Freud planteaba la toma de conciencia
por medio de la terapia, produciéndose una catarsis, en donde la
persona siente una gran liberación y puede sacar a la luz aquello que
tenía oculto.
En general en la psicología humanista, y
en sus ámbitos de psicoterapia, podemos afirmar que el proceso que más
nos acerca a la toma de conciencia de la realidad es el
Autoconocimiento. Este conocimiento ha de estar basado en la verdad, un
valor fundamental para el ser humano. Conocer la verdad se realiza desde
la función intelectiva, que nos ayuda crear un mapa de la realidad que
deja atrás oscurantismos, miedos, prejuicios, pensamientos mágicos o
supersticiones, que muchas veces son tomadas como verdades. Si en el
concepto de verdad es fundamental la toma de conciencia, en el de
mentira o el de mentirse a sí mismo es fundamental en el engaño, la
ensoñación o la inconsciencia. Así, en terapia, se ven personas que se
comportan como auténticos héroes que se acercan a la verdad, como
nuestro protagonista Neo, que deciden despertar cuando se enfrentan a
sus propios problemas, sin darles la espalda, sufriendo por la toma de
conciencia de estos, pero liberándose de una gran carga que han llevado
durante los años que tuvieron que evadirse.
El acierto de la película, aparte del
paralelismo de nuestra sociedad actual en dónde hay un nivel
generalizado de evasión y de engaño (y autoengaño), es que toda persona
ha tenido en su vida esa decisión en sus manos: dejar las cosas tal y
como están, seguir en ese estado en el que se sabe que las cosas no van
bien, o bien comenzar a despertar para poder cambiar aquello que le hace
sufrir.
Lo que nos hace estar dormidos son
aspectos dolorosos que nuestra mente bloquea, niega o entierra. Esto se
hace para no ser conscientes de lo que tenemos en nuestras vidas o hemos
tenido. Estas situaciones vividas son asumidas como insoportables o
como peligrosas y se decide enterrarlas. Decisiones que muchas veces
comienza en la etapa infantil y adolescente, cuando es mucho más difícil
enfrentarse a los problemas. El infante que no puede superar ciertos
aspectos que le plantea la realidad, por falta de recursos propios pero
también por falta de apoyo externo, tiene la opción de construir
defensas psicológicas, entre las cuales está la evasión, el engaño o la
negación. Esto servirá en los primeros años de nuestras vidas, pero una
vez llegada la edad adulta todas esas defensas nos provocarán
sufrimiento que se traducirá en depresión o ansiedad. Tendremos la
sensación de “no saber exactamente lo que está pasando”, pero sintiendo
que hay algo que no va bien.
Si decidimos ignorarlo seguiremos en ese
mundo de ensueño que no es real. Si somos valientes y damos el paso
hacia la toma de conciencia de esos aspectos que bloquean nuestro
desarrollo, podremos empezar a existir realmente, podremos llegar a esa
felicidad anhelada por la persona.
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